Sólo lo mejor...

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viernes, 12 de febrero de 2010

UNA CHICA ESPECIAL

Lleno de odio y desprecio;
desvelo mis días fingidos,
evocando esos recuerdos
que han quedado en el olvido,
¿Cuál era su nombre?
no logro definirlo.
Fue solo un instante
y esta noche no he dormido;
recordando a esa chica especial,
de quien quedé locamente perdido.
Intentando encontrarle sentido
a lo que llaman respiro;
así me encuentro mientras escribo,
en este cuarto vacío.
Tan linda y tan inocente
no es la característica de esa mujer;
danzante como cada día,
pasea por calles desiertas,
me incorporo enseguida y la miro,
tan bella, radiante y prohibida,
temida por sus desprecios y huidas.
Ninguno se atreve a dirigirle un cumplido;
y antes de lanzarle un suspiro,
necesito aire para recobrar el sentido,
ella sonríe notando mis latidos ,
presurosos y angustiantes
de mi corazón enloquecido
y, aunque quiero disimularlo
me evidencia ante sus oídos.
Tocando su cabello lacio pestañea;
y pasando la mano por sus ojos,
como si no existiera
se retira poco a poco.
Quiero detenerla y hablarle;
notando mi exasperación por no conseguirlo,
de sus labios despide una frase que me deja confundido,
“me gustas, ¿Quieres andar conmigo?” me pregunta,
para mis adentros sonrío, muevo la cabeza y respiro.
Luego de un silencio sepulcral me animo;
lo siento le digo, no es mi intención despreciarte,
pero no le hallo sentido a ser tu mimo,
eres sólo belleza física pero cerebro vacío,
ante la impresión da media vuelta
y continúa su trayecto baldío.
Pasan los camiones y veo su mirada;
en las ventanillas está grabada,
como un loco, la alucino interminablemente,
está adonde quiera que voy, en lo que hago, en lo que escribo,
es un poema para mi vida,
una bebida adictiva, la nicotina de mis días,
deseo mezclarme en sus labios
y darle cuenta que la quiero conmigo.
Sin exagerar la pinto a cada minuto;
en la esquina de mi cuarto, en los pasos que recorro,
en la añoranza de encontrarla y susurrarle al oído:
¿Quieres andar conmigo? y,
con cierto aire frío, esperando que no me devuelva el cumplido.

jueves, 21 de enero de 2010

EL PLAN DE ONCE AÑOS (ALTERNATIVA ANTE EL REZAGO EDUCATIVO)

En diciembre de 1958, el Lic. Adolfo López Mateos asume el poder. La prioridad de su gobierno fue atender los problemas en educación. Debido a la explosión demográfica, el presupuesto no alcanzaba para proporcionar los servicios educativos que requería la población, el analfabetismo era del 38% y el número de escuelas era insuficiente, además de que cerca de 3 millones de niños en edad escolar se quedaban sin escuela. Estas eran las premisas con las que se planteaba una solución ante la problemática del país. Necesitaron de Jaime Torres Bodet (quien fue secretario de la UNESCO años atrás) para hacerle frente a esta situación. En su investigación se vislumbró que había un gran número de maestros no titulados, así como que del presupuesto existente, el 72% se ocupaba para subsanar el saldo de los maestros activos. En el mes de diciembre, López Mateos inició con las medidas correspondientes. El objetivo que perseguía era el de impartir la enseñanza elemental a nivel nacional. En octubre de 1959 se presentó el proyecto a través de un informe de Torres Bodet, en cuanto a los datos, se partió del censo de 1950 (aunque lógicamente la población había crecido desmesuradamente para entonces) donde se hacía evidente que la agricultura era en ese tiempo el eje de la estructura económica del país, además de que el rezago educativo encontrado se debía a la deserción escolar, misma que afectaba de forma grave a las zonas rurales principalmente, estas últimas debido a la desigualdad de oportunidades. Según las estadísticas, en el medio urbano, de cada 1,000 niños que ingresaban al primer grado terminaban sus estudios 300, mientras que en las escuelas rurales sólo 22 obtenían el certificado de educación primaria. La comisión presentó su propuesta: Plan Nacional de Expansión y Mejoramiento de la Enseñanza Primaria, cuyo propósito, era garantizar en un plazo de once años la enseñanza elemental a niños de entre 6 y 14 años, que tuvieran posibilidad de asistir a la escuela y que no se excusaran por la falta de aulas, de grados escolares, de maestros u otra razón. El proyecto implicaba 2 acciones complementarias: primeramente, aumentar en todos los rincones del país las oportunidades de inscripción y, segunda, establecer los grados superiores en aquellos establecimientos que carecieran de ellos y, en ese lapso, pudieran ofrecerse las instalaciones y servicios necesarios para satisfacer la demanda existente en todos los grados escolares. El plan de once años representó el primer intento en México por planificar la educación a largo plazo. Los factores económicos revelaron ser un obstáculo evidente ante esta iniciativa.
El plan de once años se aprobó el 1° de diciembre de 1959 e inmediatamente se puso en marcha. Para 1970 se requería de 7.200,000 sitios para asegurar la instrucción gratuita a todos los niños que acudieran a las aulas. Para lograr esta meta se necesitaba solucionar la falta de maestros y la escasez de aulas. Se decidió entonces que era prioritario elevar el rendimiento de las escuelas normales. Después de una serie de presiones, se logró que 3,000 maestros se reincorporaran a sus labores, eso sí, con una discrepancia en cuanto a sus intereses. La expansión de las escuelas primarias exigía la construcción de miles de escuelas: 40,000 nuevas aulas (27,440 para zonas rurales, de las cuales funcionarían con un solo turno y; 11,025 en zonas urbanas, funcionando con dos turnos). Para la edificación de las aulas se recurrió al CAPCE. En el primer balance del proyecto, destacaron varios progresos, como los que se presentan a continuación: de 4.105,302 alumnos al iniciarse la administración lópezmateísta se había alcanzado en 1964 una inscripción de 6.530,751; en escuelas primarias, de 30,816 a 37,576, el analfabetismo había decrecido al 27.8%, se construyeron cerca de 24,000 aulas (CAPCE). Las tasas de natalidad eran muy altas y las zonas rurales estaban más desfavorecidas en relación con las urbanas. Según el censo de 1960: 50,000 núcleos rurales con menos de 100 habitantes no contaban con escuelas, encontrándose esta deficiencia en los estados de Chiapas, Guanajuato y Querétaro, donde el total que cursaba la educación primaria oscilaba entre 40 y 45%, mientras que en los estados del norte del país ascendía entre el 70 y 81% y sólo en el Distrito Federal el 86%. La deserción escolar fue el principal problema u obstáculo que se presentó ante las expectativas del plan de once años. Bajo la administración del presidente Gustavo Díaz Ordaz continuó el plan, y para 1970 (año en que concluía) no se habían cumplido las metas, y para muestra lo siguiente: de diez alumnos que el sistema lograba mantener hasta el sexto grado, 9 eran urbanos y sólo 1 rural. Como consecuencia del aumento de las escuelas primarias, la enseñanza media empezó a tener mayor demanda como servicio urbano. Para concluir, algo que es digno de puntualizar es que no hubo igualdad de oportunidades para todos los sectores sociales durante este progreso de niveles educativos, pero sin embargo, a mediados de los años 70, México había logrado una expansión del sistema educativo nacional para integrarse, con paso firme, a un mundo en constante proceso de modernización.